Canción que abre su álbum homónimo, totalmente conceptual que gira alrededor de las sensaciones más intrínsecas del ser humano, las obsesiones por los detalles que lo rodean y lo hacen vulnerable, cada canción trata de una obsesión en particular.
El videoclip intenta, a través de un caos inminente, plasmar la antesala a un punto de quiebre, la línea que divide la cordura de la inconsciencia.
La inestabilidad y el desconcierto que proyectan las escenas son representaciones concretas del estado de la mente y la consciencia en su eterna búsqueda de “realidades” que lo distraen de estar en el aquí y el ahora.
El video se grabó en The Nimbus y fue dirigido por Alberto Fernández (Desenfoque Films).
Entrando en detalle, algunas escenas invitan a sospechar de la existencia de dos realidades paralelas, una que se desarrolla en un entorno inmaculado, puro, blanco, libre de toda oscuridad que por momentos se asemeja a la arquitectura interna de los típicos manicomios cinematográficos representando muy bien las letras de la canción (el de una persona obsesiva, repitiéndose una frase, y tratando de mentirse a sí mismo, reflejándose en un alter ego, tal vez intentando ver a la persona que anhela ser (alguien que vive en el presente, sin obsesiones, sin tráfico en su mente), pero definitivamente no lo es) por otro lado, otras escenas nos muestran la subordinación de la luz ante la inevitable oscuridad y las incontrolables tinieblas musicalizadas con voces monstruosas que representan los ataques de irrealidad y despersonalización del individuo.
La joven intentando ingresar al lugar de donde proviene el sonido representa la obsesión del ser humano por perseguir un realidad alterna que podría ser el pasado (recuerdos) o el futuro (sueños, anhelos, deseos), representa a las personas que viven buscando algo que, según ellos “anhelan”, pero terminan encontrando algo completamente distinto, que en algunos casos, les abre la puerta a ver el mundo de una manera diferente… Después de todo, la música, así como todo lo que es arte en este mundo es una manera de abrir la mente de la gente, abrir puertas hacia algo inesperado.
Un viaje por donde se lo mire.
Finalmente, la cuenta regresiva nos conduce a una impostergable autodestrucción, que puede ser la semilla para edificar una nueva realidad que nos vuelva a educar y reconstruir como seres humanos y como sociedad.
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